Sean espacios urbanos y edificaciones, públicos o privados, o monumentos, por ejemplo, la Plaza de S. Francisco, La Merced, y El Mirador de Belalcazar. En ellos, el patrimonio construido representa un valor simbólico que depende de diferentes valoraciones: histórica, social, ambiental, económica, política, y de originalidad; y si se lo demuele su recuerdo queda reducido a solo una placa.
Su valor histórico está relacionado con la memoria de una época,
recuerdos que se transmite de generación en generación a la sociedad en su
conjunto, como igualmente a individuos que se “apropian” de dicho patrimonio,
pasando las experiencias y enseñanzas que evoca a ser reutilizables. Como lo
son en el caso de Cali la arquitectura y la construcción coloniales en el
trópico medio.
Su valor
social radica en la unión que propicia en su condición de hito urbano, entre las diversas condiciones de sus
habitantes: económicas, sociales, étnicas, culturales y de origen,
uniéndolos con una referencia clara para todos,
o una imagen común en el paisaje de un territorio, al que identifican. Como lo
es la Plaza/Parque de Caicedo en tanto plaza principal de la ciudad.
Su valor
ambiental depende de si está conservado o abandonado, y cómo afecta su entorno
natural en tanto clima, fauna y flora, o cómo afectan al lugar inmediato los
turistas que lo visitan, o cómo mejora el entorno de los vecinos del mismo.
Como en el parque de El Peñón con sus sabrosos atardeceres, árboles, pájaros,
perros, actividades y visitantes, que pasan a ser parte del patrimonio.
Su valor
económico permite conservarlo principalmente por cuenta del turismo, y valoriza
los predios vecinos, al sector y a la ciudad, al beneficiarlos de una u otra
manera y no apenas a sus propietarios. Como los hostales y restaurantes en San
Antonio, mas no el ruido ajeno y los carros estacionados en sus calles y, por
otro lado, un exceso de turismo puede desvalorizar sus alrededores.
Su valor
político obedece a la utilización del poder que representa, ya sea religioso,
militar, monárquico, dictatorial o democrático, y en cómo poder utilizarlo
ahora a partir de los ciudadanos y no del poder, y que ciudad, patrimonio construido y política son siempre
inseparables. Como es justamente lo que sucede con el conjunto del CAM y su
“privatización” por parte de la Alcaldía.
Su valor
de originalidad, artística o constructiva o las dos, depende de la cantidad de
ejemplos similares en el sector o en la ciudad o en el amplio paisaje de un
territorio, o de su particular emplazamiento en el sitio mismo, volviéndolo un
lugar, y de la singularidad de su imagen. Como la Torre Mudéjar, única en Cali
entre las pocas de la región y la más bella de todas en el Nuevo Mundo.
En
conclusión, el valor simbólico del patrimonio construido depende de en que aspecto
sobresale, y de la importancia que se le dé a cada tema en cada tiempo y lugar ,
lo que además suele ser recordado en una placa; por eso dicho patrimonio debe
ser conservado sin muchos cambios, o entonces sería un ícono falso, y si se
transforma mucho ya simboliza otra cosa, incluso contraria.
Tal
sería el caso del centro comercial que torpemente pretenden realizar en el
antiguo y recordado colegio de la Sagrada Familia, en el parque de El Peñón en
Cali, la Sultana del Valle, ignorando sus diferentes valores patrimoniales, y
en consecuencia sus mejores oportunidades.
Comentarios
Publicar un comentario