Igual que al dinero, al patrimonio cultural hay que protegerlo para poderlo conservar, y conservarlo para proceder a valorizarlo, para poder vivirlo más y más tiempo; y en el caso del patrimonio construido, el que debería abarcar todo lo construido y no solo el de valor cultural considerando lo ya invertido en el: dinero, energía, agua, materiales y mano de obra, minimizando además el impacto en el medio ambiente que significa demoler y construir de nuevo. Una vez entendido lo anterior sí es pertinente pasar a pensar en los medios para proteger el patrimonio construido, como lo son las normas y planes.
Vivir
el patrimonio cultural es disfrutarlo pero no como piezas muertas de museo para
turistas, sino considerando lo que significa para todos los habitantes de las
ciudades en las que se encuentra, ya que el patrimonio, tanto el cultural como
el monetario, es lo que se hereda para vivir, y pasarlo a las generaciones que
siguen. Y el patrimonio construido lo es a través de lo que representa en el
paisaje o, la mayoría, como hito urbano en las ciudades y no apenas para sus
vecinos más inmediatos; y en los barrios de carácter patrimonial, como San
Antonio en Cali, se trata de que sus habitantes disfruten mucho más el vivir
allí.
Para
valorizar el patrimonio, igual que al dinero que representa, es preciso
actualizarlo como algo vivo que es, y no conservarlo como algo muerto, por lo
que es preciso poderle introducir los eventuales cambios necesarios en cada
época para que se pueda continuar con su disfrute o aumentarlo. Por eso las
normas arquitectónicas y los planes urbanísticos y paisajísticos, si bien deben
ser a largo plazo, deben contemplar la posibilidad de revisarlos cuando sea
menester para que el patrimonio construido, tanto el de carácter cultural como
el común que casi siempre lo rodea, se pueda seguir viviendo y disfrutándolo
más.
Pero
en lugar de momificar el patrimonio construido, y que igual que hay dinero
falso, hay falsos monumentos, falsas reconstrucciones y falsas restauraciones,
por lo contrario se trata de darle más vida, pero cuidándose de no matarlo en
el proceso, considerando que la restauración de monumentos, como la
arquitectura, es arte y técnica, más su construcción, y de ahí que toda nueva
construcción pase a ser patrimonio construido, aunque no siempre patrimonio
cultural, y por eso la pertinencia de proteger el que es reconocido como tal
por muchos ciudadanos, ya que no faltaran los vándalos, aunque no serian tales
sin patrimonio a destruir.
Para
finalizar, no sobra echar mano del Diccionario de la Lengua Española, DLE, y
recordar que patrimonio son todos los bienes que se han heredado de los
ascendientes; que los bienes son para satisfacer, directa o indirectamente, una
necesidad humana; y que vida es la fuerza o actividad esencial mediante la que
obra el ser que la posee. En este caso, en las ciudades, se trata de sus
habitantes, a los que el patrimonio construido mucho ha colaborado a
convertirlos en ciudadanos que ya son urbanitas propiamente dichos, es decir
acomodados a los usos y costumbres de la ciudad, lo que les permite disfrutarla
mucho más y más sabroso.
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