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El patrimonio arquitectónico. 29.05.2023

               Mientras que en el campo el patrimonio arquitectónico igual lo es paisajístico, en las ciudades sólo lo es ocasionalmente, pero en ellas siempre es al mismo tiempo un patrimonio urbano. En ellas conforman hitos urbanos que identifican los sectores de la ciudad, o que son su símbolo: monumentos proyectados con ese propósito, como lo eran antes tumbas, templos o palacios, y ahora los rascacielos.

              Patrimonio que suele ser percibido de diversas maneras, ya sea como imagen, referencia o lugar de una actividad, pero que por lo regular es visto simultáneamente de las tres maneras, aún cuando una puede ser la predominante. Eso es, precisamente, lo que no hay que olvidar cuando se los interviene: poder decidir acertadamente qué se conserva o se renueva o se cambia o se elimina.

              Su área de influencia está reglamentada, lo que limita los usos del suelo, y estos a su vez definen el comportamiento de los que circulan por sus calles. Por eso es preciso que los propietarios y habitantes de las construcciones vecinas entiendan que estas pasan a ser parte de ese patrimonio, y que los automóviles lo perturban, sobre todo al estacionarse frente a la construcción patrimonial misma.

              Y que todo lo que se construye a su alrededor afecta su imagen, llegando incluso a ocultarla, pero que, por otro lado, los cambios en un bien patrimonial a su vez afectan el uso del suelo de los predios vecinos y su valor comercial. Es lo que sus propietarios no suelen tener en consideración, y por eso  no se involucran en la conservación del patrimonio de su ciudad y de su barrio... y el suyo!.

              Pero los cambios de uso muchas veces son indispensables para poder conservar el patrimonio arquitectónico, incluyendo algunos drásticos, pero pertinentes, principalmente en su uso. Mas no lo deben ser en su aspecto, salvo que sean ineludibles, pues pueden alterarlo y acabar con su carácter cultural, afectando su valor comercial, o volverlo un simple y soso objeto turístico.  

              El patrimonio arquitectónico siempre está en permanente evolución y no siempre esta es lenta, pero no se lo debe confundir con un monumento, los que sí se deben conservar sin casi cambios. Otra cosa es que sean monumentales, pero lo son más por su belleza y tamaño que por su significado, lo que si es más dable encontrar en el patrimonio urbano, como en una plaza o una avenida.

              Para poder conservar las construcciones de valor patrimonial, estas deben tener un uso económicamente rentable que lo permita, y como su aspecto turístico siempre estará presente este debe ser aprovechado. Pero si son solo para el turismo, su simbolismo, historia, carácter, belleza o tamaño, deben ser importantes, pero mejor si están acompañadas de otros usos complementarios.

              Todo los puntos anteriores son los que hay que hay que considerar al intervenir en cualquier patrimonio arquitectónico. Por eso hay que comenzar por analizar las normas de conservación vigentes y cómo lo afectan, para proceder a interpretarlas, inteligente y creativamente, para darle más valor cultural y por lo tanto económico, no irrespetándolas para transformarlo torpe o codiciosamente.

              Igual sucede con el conjunto de construcciones que conforman un barrio de conservación patrimonial; pero en este caso lo que importa es su suma, independientemente del valor de cada una. Son las calles que lo conforman las que le dan su carácter patrimonial, y no apenas los casos individuales relevantes que también se encuentren en él, aunque sí lo pueden fortalecer.

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